jueves, 17 de diciembre de 2015

Sesión en baños públicos con sumiso, humillación, feminización y bukake


Señor de 50 años, divorciado, con dos hijos, le llamaremos Juan (los datos no son reales, para resguardar la discreción). Su petición es ir a los baños públicos y que le haga comer las pollas de la gente. Ha realizado varias escapadas a estos sitios, pero le gustaría tener a varios a su alrededor. Así mismo tiene la fantasía de que le humillen allí. 

No es la primera vez que quedamos, generalmente es un hombre que le gusta la discreción y siempre que ha venido han sido sesiones suaves de spank, humillación y lamida de pies, sin duda uno de los mejores lamedores de pies que conozco. Esta vez me hizo una propuesta que me asombró, ir a un sitio público. El estaba dentro del armario a muchos niveles, es más la primera vez que vino era casi obsesivo con el tema de la discreción. Por eso ahora me chocaba tanto su propuesta, pero está claro que accedí. 

La noche del martes tuve que acompañar a mi pareja a la estación de xxxx para que cogiese su viaje a xxxx. El autobús salía a las 23. Le envíe dos días antes a Juan, para saber si ese día podría estar en esa misma estación a las 23.30. Tuvo que hacer un pequeño cambio, pero sin duda me dijo que allí estaría y que estaba muy nervioso por lo que iba hacer. Estuve por plantearle que viniese a casa y cogiese las maletas a mi pareja y nos acompañase como criado hasta la estación. Pero como he comentado antes la discreción era para el un punto muy importante.

Llego a la estación y allí le veo a el, en la puerta del metro. Nos saluda a mi y a mi pareja con una inclinación de cabeza. Cargo las maletas, doy los besos a mi pareja y le digo adiós, quedándome triste y esperando el día en que le vuelvo a ver. Lo se soy un romántico!, que le vamos hacer. Me di la vuelta y allí estaba el cual perro, delante de un hueso, babeando y deseando jugar. Me acerque le di la mano y le dije “¿estás preparado?” y me contesto “lo estoy”. Me quite el guante de cuero, le acerque la mano y me dio lo que habíamos acordado. 

Fuimos hacia los baños, pero estaban todos vacíos, solamente había personas que lo usaban para lo que lo tenían que usar. Los recorrimos varias veces, sin resultados. Asique, mi mente perversa se puso a maquinar, le dije que esperase en uno de los baños con la puerta cerrada, y entrase quien entrase no le abriese la puerta, si no era yo. En la entrada de los baños había dos chicas vestidas de góticas, que me habían sonreído cuando vieron que había dado una bofetada a Juan. Asique me acerque a ellas lo mas cortésmente posible y con mi mejor sonrisa. Las dije que si sabían lo que era el BDSM, afortunadamente si lo sabían, asique no tuve que contarles mucho mas. Se llamaban Julia y Marina, 23 y 28 años. Planeamos que ellas se metiesen en unos baños de mujeres y que cerrasen las puertas. Fui a avisar a Juan, y le dije “ya te he encontrado un regalito”, el me sonrió y me dijo “Gracias, confío en ti, pero ya estaba desesperado”. Fuimos al baño de las chicas (que gracias a Dios estaba vacío, ese era uno de mis miedos que entrase alguna mujer y nos “chafase el plan), el extrañado le dije que se pusiese de rodillas, le puse un antifaz y me saqué de mi mochila una peluca rubia, se la coloque lo mejor que pude y le puse un par de pendientes de pinzas.

El estaba asombrado, nunca le había feminizado, aunque en alguna ocasión habíamos hablado de que a el le daba morbo el tema. Con esas “pintas”, llamo a las puertas donde estaban las chicas, y las digo “chicas aquí tenéis a la zorra mayor de Madrid, que viene a los baños a comer pollas de machos”. La amiga de Julia no pudo contener la risa, pero julia si se lo tomo mas enserio. Le dije “ves se ríen de ti, no me extraña, eres una escoria” “Chicas ¿Qué creéis que debemos hacer con una escoria?” Y Julia me dijo “tratarla como tal”. Y empezaron a humillarle y a escupirle, tal y como había hablado con ellas previamente. Estuvieron jugando con el un rato, creo que ellas se lo pasaron pipa, hasta que pasó el tiempo que acordé con ellas. Yo estaba en la puerta de la entrada del baño, bloqueándola, por si quería entrar alguien “abortar la misión”. Afortunadamente salió todo bien. Se fueron las chicas las di las gracias, y yo le llevé a Juan al baño de los chicos que estaba al lado. Y según caminaba me decía “Eres un cabrón, me encantas”. Yo esbocé una sonrisa de satisfacción, podría decirse que un miniorgasmo. No imaginaba que saldría todo así de bien y alejop. Sé que lo estás leyendo “Juan” a mi también me encantó, me lo pase de vicio en el baño de las mujeres y con lo que vino después. 

Como siempre me toco hacer a mí de cazador. Le dije que cuando tuviese a la presa, chascaría los dedos. Paciencia, paciencia, no llegaba nadie. Yo me acordaba que en mis tiempos cuando hacia cruising era mucho mas fácil esto e cazar, estabas un rato y ya te venía la presa. No se si seria por la hora o por que, el caso es que ya estaba dudando de que aquello fuese un sitio de cruising. Pero como dice un amigo “en Madrid todo árbol y baño es un sitio de cruising”. Por fin entra un chaval de unos 35 años, peludete, barbita, pinta masculino, hasta el punto que yo no sabía que entendía. Se pone en un urinario lejos, nos miramos, y nos enseñamos las pollas duras como piedras. El chaval se va colocando poco a poco mas cerca de mi, mientras va esbozando una sonrisa de golfo que me encantó. Empezamos a jugar, y al poco le digo, “oye tengo ahí a un amigo, ¿te gusta que te la coman? Tiene una boca que lo vas a flipa chaval. Pero tú no te asustes por nada de lo que pase, sígueme el rollo”. Chasco los dedos y se planta Juan, un hombre de 50 años, con una peluca rubia y andando como si fuese por un pase de modelos (mi Juan tiene mucho “arte”) le suelta un “hola” con una voz masculina. Y le digo a Juan, a mis pies, lámeme los zapatos mientras este tío y yo nos magreamos. Dicho y echo. El chaval, estaba atónito, no sabía donde meterse, a mi supongo que hace años me hubiese pasado igual. Hizo un gesto encogiéndose de hombros, y frunciendo el ceño, como queriendo decirme “y esto”. Yo le miré, le sonreí y le dije “tu disfruta”. Seguí magreándome con él, y va y me suelta “oye no decías que tu colega la comía de vicio, pues todavía no lo he comprobado jeje”, y le solté “si pero para eso le tienes que echar la moneda”, “¿Cómo?”, “si claro, el te saca la lengua, y tu le escupes”. Juan me miró, y soltó un bufff, abrió su boca, y el tío le lanzó un lapo en toda la lengua. Juan lo saboreaba como un caramelo. Empezó a lamerle los huevos y subió hasta el nabo, lo saboreaba con placer, por fin tenia uno de sus premios. 

Hasta que… “Corre corre que entra alguien”, aquello fue una estampida jeje. Cada uno nos colocamos en nuestros puestos. Entró un chaval rapado, con una carpeta al brazo, se sacó su nabo y empezó a orinar. A esto que me suelta el otro chaval, “oye tenías razón tu colega la come bien, aunque es lo más flipante que me ha pasado en la vida”. El rubiales mira hacia nosotros, se sonríe y empieza a ponérsela dura, quizás porque nos había escuchado hablar. Empezamos a magrearnos de nuevo, y el chaval se acerca. En principio le hacia ascos a Juan, pero poco a poco fue entrando en el juego. Y les dije que “os gusta la putita de mi colega” y cosas por el estilo para ir humillando a Juan, y haciendo que ellos se sintiesen cómodos, incluso uno de ellos le pegó bofetaditas. El rubio esta a punto de correrse y se separa para hacerlo en el suelo, y le digo “ah ah, que va, en su cara, que creo que se lo ha ganado”. La cara de sorpresa de el fue genial, pero le gustó la idea porque inundó la cara de Juan de lefa, que soltaba a chorros entre gemidos medio reprimidos. El otro chaval, soltó “buf que morbazo”, empezó a pajearse mas rápido y me dijo “¿puedo”, a lo que le espeté “no puedes, debes”, y volvió a bañar la cara de Juan. 

Se guardaron las poyas, dieron un gracias, una palmadita y se piraron. Juan me miraba con cara de satisfacción,  y le dije “que estas contento eh, seguro que es lo mas morboso que has hecho en tu vida cabrón. Ale ahora descarga tu, que te has portado muy bien”. Sigue pajeándose mientras que yo le digo cosas, y le humillo, le cojo de la boca, le hago que lama mi mano, hasta que por fin se corre, pegando unos bufidos increíbles. Y al rato poniendo una cara de asco por la lefa que tenia encima y machando a lavarse. “Damos por terminada la sesión”.

Me suelta mientras se esta lavando “ha sido la ostia, tío muchas gracias. Lo de las tías no me lo esperaba, has sido un carbón jeje, pero me ha encantado y luego ya…” Mientras estaba contándome esto y saliendo del baño nos encontramos a nuestras amigas riéndose con una risa nerviosa y las manos en la cara. Las digo, “hola, ¿que os pasa? Ya nos vamos Jejeje”, y me suelta Julia, “mira ahí” y me da media vuelta acercándome al baño, “ese espejo de ahí arriba hace reflejo en el espejo del lavamanos, y hemos estado viendo todo lo que habéis estado haciendo. Tío eres la caña, estas flipao, eres el puto amo jeje”. “Vaya asique teníamos espectadoras jeje, espero que os haya gustado, para otra vez entráis y lo veis en primera fila y no desde el gallinero. Y si tienes razón soy el Amo”. Estuvimos hablando un poco sobre la libertad sexual y como la gente reprime sus instintos y fantasías, hasta que ya nos despedimos de ellas. Juan me acompañó hasta el metro y allí nos despedimos también, y de nuevo me suelta “gracias tío, ha estado genial”.



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Para las fotos como para este relato he pedido permiso a la persona que par-ticipa en él. Nunca publico nada sin el consentimiento de los que participan en las sesiones. Los datos están modificados para que la persona permanez-ca en el anonimato, por eso mismo tampoco muestro las caras.

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